jueves, 9 de julio de 2009

En los últimos años ha ido ganando terreno, sobre todo entre la gente joven, la idea de que el Misal del Vaticano II supone un gran atentado contra la tradición litúrgica.Para todos aquellos a los que se les ha inculcado una cierta manía contra la misa no tridentina, me gustaría decirles que la Misa del Vaticano II fue el resultado de los estudios realizados por los mejores liturgistas del tiempo preconciliar.Un conocimiento meticuloso de la evolución de la misa desde los tiempos apostólicos, llevó a la creación de un misal que nos retrotrajera al espíritu litúrgico de los primeros siglos. Se eliminaron repeticiones acumuladas por la Historia, se enriqueció la liturgia de la Palabra, se buscaron las más antiguas liturgias de las que hay constancia para ver qué nos podían aportar a nuestras celebraciones. Y todo esto se hizo con la clara voluntad de tratar de preservar cuanto de bello y positivo habían decantado los siglos en el misal tridentino.Honestamente, todos los que critican nuestro actual misal no sé cuál es su nivel de conocimiento de los cánones sirios, o de las diversas tradiciones occidentales como la ambrosiana o la visigótica. Cualquiera que conozca de verdad el conjunto de la liturgia, reconocerá que lo que tenemos ahora es un verdadero monumento litúrgico que conjuga a la perfección lo antiguo, la tradición y la sencillez en una magnífica evolución que nos ha llevado a lo que tenemos.El Misal de Pablo VI es un tipo de misa que encaja perfectamente tanto para un gran pontifical como para una misa en el campo. Pero sobre todo nos aporta algo que se había ido perdiendo con el pasar de los siglos: la misa como banquete, la misa como cena, la misa como participación de la comunidad de una misma mesa. Esos aspectos quedan mucho mejor expresados en la nueva misa, sin quitar ni un ápice de solemnidad.Para mí la grandeza de la nueva misa es conjugar magistralmente el aspecto sacrificial con el recuerdo de que es la Última Cena. La misa actual ordinaria está mucho más cerca de las liturgias primitivas que la misa del siglo XVII.Por supuesto que este escrito mío no pretende desmerecer para nada a la misa tridentina. Mi única intención es remarcar los aciertos que supuso la introducción del nuevo misal y recordar que éste no puede ser tan incorrecto, tan inadecuado, como quieren hacernos creer algunos, puesto que Jesús quiso celebrar la Última Cena como la celebró.
Es decir, hubiera podido en esa Cena instaurar una Pascua cuyos ritos recalcaran más los aspectos mistéricos, los aspectos cultuales del Templo. Y, sin embargo, quiso primar la aproximación, la cercanía. La instauración de la Eucaristía es un Misterio que tiene más de aproximación que de segregación.No sólo eso. Sino que el mismo Redentor quiso romper en ese acto con el culto del Templo, iniciando una Nueva Alianza. Se instaura una nueva liturgia. El culto del Nuevo Pueblo de Dios no es una reforma del antiguo culto levítico, sino que es una ruptura. Por eso me parece muy bien todo lo que en la actualidad se haga para dejar claro la solemnidad de nuestros misterios, pero hay que recordar que son misterios del acercamiento de Dios a los hombres. Éste es el espíritu que movió a los sucesores de los Apóstoles autores de la constitución Sacrosanctum Concilium. De ningún modo digo que los predecesores tridentinos hubieran traicionado esta verdad. Pero ciertamente los Padres Conciliares del Vaticano II quisieron resaltar estos aspectos, que con el pasar de los siglos habían quedado menos claros al Pueblo de Dios.Por eso le deseo toda la suerte del mundo a la misa tridentina actualmente resucitada. Pero afirmar que el actual rito ordinario de la misa es menos espiritual, menos bello y menos acorde a la tradición, es no conocer la historia de la liturgia.Sin duda los integristas se preguntan una y otra vez porque Nuestro Señor no hizo una Última Cena más tradicional.

2 comentarios:

  1. la misa es lo mejor. Lo central e importante nunca ha cambiado ni cambiara, la acción de gracias, el sacrificio, la presencia. Siemrpe ha sido igual de importante pero que bueno que ahora los laicos tenemos un papel más participativo como comunidad.

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  2. ¿Chapuzas litúrgicas? ¿Hippies? Ninguna chapuza mayor en este sentido que el Vaticano II y me temo que nadie más chapucero, hippy y friky que tú. Sigues siendo patético: un vulgar mediocre con pretensiones.

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